La arcilla tiene propiedades que la convierten en una eficaz herramienta para purificar y hacer potables las aguas contaminadas ya que puede destruir bacterias y otros microbios, impidiendo su reproducción. Esta propiedad antibacteriana es la que actúa cuando es aplicada a las heridas, evitando o eliminando ciertas infecciones.
Las mejores arcillas son aquellas que no contienen arena.
Muchos especialistas en el uso terapéutico de la arcilla recomiendan emplear materiales oriundos de la misma región del paciente, pero esto no está totalmente probado.
Como usarla
Una vez adquirida la arcilla, que generalmente se compra en trozos o en polvo, hay que humedecerla, para luego dejar que se seque al sol. Una vez que se secó hay que convertirla en polvo usando un mortero pequeño de mármol o porcelana. Mantener el polvo así logrado en frascos herméticos de de vidrio, porcelana, barro o madera, nunca en frascos de plástico o metal.
Este polvo se mezclará con los elementos que en cada caso se indican, hasta formar una pasta no demasiado blanda que hay que dejar reposar durante varias horas.
Trate de no tocar la pasta con las manos hasta el momento de la aplicación. Para su preparación puede usarse una cuchara de madera destinada a este uso.
Cataplasmas: debido a su gran poder energético, las cataplasmas de arcilla son sumamente efectivas apara el tratamiento de las afecciones de los sistemas vegetativo y nervioso, entre otros para tratar dolencias no crónicas.
La preparación de cataplasmas incluye la mezcla de diversos elementos según las necesidades de cada caso. Se las puede preparar mezclando la arcilla con leche hervida, con jugo de frutas, con aceites de origen vegetal, con té de ajo y también con miel, entre otros.
Las cataplasmas usadas hay que tirarlas y no volverlas a utilizar.
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